
La turba en Irlanda: un problema cultural y ambiental
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Los paisajes brumosos de Irlanda son sinónimo de turberas ondulantes: vastos y esponjosos humedales que han moldeado la cultura, la economía y las prácticas energéticas de la isla durante siglos. En el centro de un creciente debate ambiental se encuentra la turba, el material oscuro y terroso extraído de estas turberas y utilizado tradicionalmente para calentar los hogares y las industrias energéticas irlandesas.
Pero en las últimas décadas, la turba se ha convertido en un foco de atención en la política ambiental y el activismo climático. La controversia gira en torno a dos preguntas principales: ¿Debería Irlanda seguir extrayendo y quemando turba? ¿Es la turba realmente un combustible fósil, como algunos afirman?
¿Qué es la turba?
Como hemos tratado con más detalle en otros blogs, la turba es un material orgánico formado durante miles de años a partir de la descomposición parcial de materia vegetal en condiciones de anegamiento. En Irlanda, se suele recolectar de turberas elevadas y de manto que actúan como enormes esponjas en el campo. Al secarse, la turba se convierte en un combustible denso y combustible, que ha proporcionado calefacción a generaciones de hogares irlandeses y, más recientemente, ha alimentado centrales eléctricas operadas por Bord na Móna (la empresa estatal de turba).
La importancia cultural de la turba
La extracción de turba (o "corte de turba") está profundamente arraigada en la identidad rural irlandesa. Las familias han transmitido esta práctica de generación en generación, utilizando el "turb" tanto para generar calor como para la cohesión social. Para muchos, las turberas son más que ecosistemas: son paisajes patrimoniales. Este arraigo cultural hace que los esfuerzos gubernamentales por reducir la extracción de turba tengan una fuerte carga emocional y política.
El costo ambiental
Las turberas son uno de los sumideros de carbono más eficaces del mundo. Almacenan enormes cantidades de CO₂ —más por hectárea que los bosques— y, al interrumpirlas, liberan el carbono almacenado a la atmósfera. Irlanda, ante los objetivos climáticos establecidos por las directivas de la UE, se ha visto obligada a replantear su relación con este combustible tradicional.
En los últimos años se ha producido un cambio importante. Bord na Móna puso fin a la extracción de turba para generar electricidad en 2021, y se han reforzado las protecciones ambientales. Aun así, la tala privada de turba continúa, y las exenciones para uso doméstico alimentan un debate continuo.
¿Es la turba un combustible fósil?
Aquí es donde a menudo surge la confusión y la controversia.
La turba no es un combustible fósil en sentido científico estricto. Los combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas natural, se forman a partir de materia biológica antigua sometida a alta presión y calor durante millones de años. La turba, en cambio, se forma a lo largo de miles de años. Se encuentra en una etapa temprana de la formación del carbón, pero no ha experimentado la transformación geológica necesaria para ser considerada un verdadero combustible fósil.
En cambio, la turba se clasifica como un combustible de biomasa "lentamente renovable" o "semi-renovable". Se regenera, pero a lo largo de siglos, demasiado lentamente para ser considerada sostenible según los estándares energéticos modernos. Esta condición intermedia ha generado cierta confusión en las políticas y el discurso público.
Organizaciones como el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) suelen tratar la turba como un combustible fósil a efectos contables debido a sus altas emisiones de carbono y su baja tasa de regeneración. Sin embargo, desde el punto de vista científico, llamarla combustible fósil es inexacto.
El camino por delante
Equilibrar el patrimonio cultural, los objetivos climáticos y los medios de vida rurales no es tarea fácil. Actualmente, se están implementando programas de restauración de turberas en toda Irlanda, con el objetivo de rehumedecer las turberas y recuperar sus funciones naturales de absorción de carbono. Sin embargo, la resistencia sigue siendo fuerte en las comunidades donde el corte de turba es una tradición y una necesidad económica.
El futuro de la turba en Irlanda probablemente no resida en el combustible, sino en la conservación. A medida que las temperaturas globales suben y la contabilidad del carbono se vuelve más rigurosa, las turberas irlandesas podrían ser más valiosas si se dejan intactas que si se queman para calefacción.
Aun así, la conversación debe ser matizada. Considerar a los cortadores de turba como villanos del clima ignora la complejidad de la vida rural y la injusticia histórica. La controversia sobre la turba no se trata solo del carbono, sino también de identidad, autonomía y transición. Comprender que la turba no es un combustible fósil es un paso hacia un diálogo más informado y respetuoso.
En conclusión
Puede que la turba ya no impulse el futuro de Irlanda, pero siempre formará parte de su pasado. De cara al futuro, las políticas deben honrar tanto la responsabilidad ambiental como la memoria cultural. Reconocer la naturaleza única de la turba —no es exactamente combustible fósil ni renovable— es esencial para lograr ese equilibrio.
Tuvimos todo esto en cuenta al crear nuestra línea de productos de incienso Turf , y creemos que es importante mantener esta tradición en un sentido emocional, permitiendo que la historia y la memoria se conserven en todo el mundo. Es nuestro legado.
Nos asociamos con Reforest Nation , cuyo objetivo es replantar árboles en todo el norte y el sur de Irlanda en un esfuerzo por compensar cualquier daño que nuestro pequeño impacto pueda tener.