
La tradición viva de Irlanda: Las últimas turberas aún se explotan para la producción de césped
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En la brumosa quietud de la campiña irlandesa, tanto del norte como del sur, el ritmo suave y constante del corte de turba continúa en zonas de tierra que parecen intactas por el tiempo. Estas son las últimas turberas que aún se utilizan para la cosecha de turba, donde el olor a quema de turba y la vista de los cimientos secándose hablan de una tradición humilde y profundamente arraigada.
¿Qué es el césped y por qué es importante?
El turba, conocido en otros lugares como turba, es un combustible orgánico formado durante miles de años en las turberas. Durante generaciones en toda Irlanda, el turba ha sido parte esencial de la vida rural: proporciona calor, cocina y marca el ritmo del año.
Pero es más que combustible: forma parte del estilo de vida irlandés. Una fogata no solo calienta un hogar, sino también una cultura.
El arte de cortar césped
Cortar el césped es una práctica estacional y especializada. Tradicionalmente, se realiza con una pala estrecha, el césped se corta en bloques largos, se apila en zapatas para que se seque y finalmente se lleva a casa para quemarlo. En años más recientes, algunas familias utilizan pequeñas máquinas para ayudar, pero los métodos aún reflejan la tradición.
De abril a septiembre, los pantanos cobran vida con una actividad industrial silenciosa: aparecen chimeneas a lo largo de los campos y los montículos, llenando el aire con el aroma rico y ahumado de la tierra misma.
Dónde vive el césped: Norte y Sur
La tala de turba continúa hoy en día en pequeñas comunidades donde las familias conservan antiguos derechos de cosecha para consumo personal. Estas áreas representan la memoria viva de la cultura de las turberas, especialmente en los condados más rurales.
En Irlanda del Norte:
Las montañas Sperrin (condado de Tyrone)
Las turberas de manta se extienden por las tierras altas, donde familias y pequeños agricultores aún cortan turba. Busque cimientos bien apilados cerca de Cranagh, Greencastle y Plumbridge.
Moorlough y Clogher Valley (condados de Tyrone y Fermanagh)
Ciénagas bajas donde persisten antiguas tradiciones, algunas transmitidas a lo largo de siglos. Es frecuente ver pilas de madera secándose al borde de la carretera cerca de Augher o Fivemiletown.
Meseta de Garron (condado de Antrim)
Una de las turberas de tierras altas más pintorescas, con una vista que se extiende hasta la costa norte. Aunque se encuentra mayormente conservada, la tala doméstica a pequeña escala continúa en lugares cercanos a Waterfoot y Glenariff.
Belleek y Garrison (Condado de Fermanagh)
A lo largo de la frontera cerca de Donegal, las tradiciones relacionadas con el cultivo del césped siguen siendo fuertes y las familias de ambos lados continúan con su trabajo estacional.
En la República de Irlanda:
Condado de Offaly: conocido como el “corazón del pantano”, donde continúa la tala en tierras privadas cerca de ciudades como Ferbane y Clara.
Condado de Roscommon: Un bastión del patrimonio del césped, especialmente en zonas como Ballaghaderreen y Castlerea.
Condado de Mayo y Connemara (Galway): pantanos de montaña remotos cerca de Ballycroy y Recess, donde el césped aún se apila en formas tradicionales.
Condado de Donegal: Las turberas de cobertura en el oeste y el norte del condado sustentan tradiciones de césped activas, especialmente cerca de Glenties, Ardara y las montañas Blue Stack.
Césped: combustible, familia y familiaridad
Un cobertizo lleno de turba es más que calor acumulado: es un símbolo de trabajo duro, autosuficiencia y conexión con la tierra. Tanto en el Norte como en el Sur, la gente aún se reúne cada temporada para cortar y remover la turba, compartiendo té, historias y trabajo bajo un cielo inmenso.
Los niños aprenden de sus abuelos, los amigos les dan una mano y los vecinos admiran una base sólida. La experiencia es más que práctica: es comunitaria y cultural.
El latido del corazón del hogar
Pocas cosas son tan reconfortantes como el crepitar de una hoguera. El aroma a humo que sale de una chimenea en Tyrone, Mayo o Donegal no es solo nostalgia, es una tradición viva. Aporta calidez no solo a los cuerpos, sino también a la memoria. Alrededor de esa hoguera, se cantan canciones irlandesas, se transmiten historias y se comparte un silencio con significado.
Una tradición que vale la pena conservar
Mientras la Irlanda moderna avanza con rapidez, las turberas de Tyrone, Fermanagh y Connemara avanzan lentamente: según la estación, a mano, con el corazón. En estas últimas turberas activas, el pasado y el presente conviven.
Nos recuerdan que no todo tiene que ser rápido para ser valioso. Algunas cosas, como el césped, se cortan mejor despacio y se queman con suavidad.